domingo, 27 de noviembre de 2011

AUTOBIOGRAFIA



Mi nombre es Alberto y tengo 29 años, soy alumno de la Escuela Universitaria de Escuni, escuela que se centra en formar futuros maestros y maestras, con el fin de que puedan ejercer la docencia en un futuro, esperemos, no muy lejano.
Sí, nací en diciembre de 1981. ¿Con 29 años, cuales son mis razones para que esté cursando 1º Grado de Primaria?
Voy a relatar una serie de acontecimientos que, a lo largo de mi vida, han causado que me encuentre aquí, con la ilusión y ganas de poder ejercer algún día, ésta profesión a la que tanto respeto tengo.

Nací en la provincia de Cuenca, hijo de madre española y padre cubano, la diversidad nunca ha faltado en mi familia, sobre todo, por parte de mi padre, mis tíos y abuelos fueron a vivir a Estados Unidos (New Yersey), tengo primos americanos, tíos cubanos que se casaron con parejas colombianas, filipinas y americanas. Entiendo lo que significa una “multiculturalidad” y una extensa “diversidad”, tan importante en estos días para entender mejor la educación, y la entiendo por experiencia.
Pero lejos de todo esto, mi vida familiar, se ha centrado más en Cuenca, cuidad donde nació y vive la familia de mi madre (dónde se conocieron mis padres), y sobre todo, en Madrid que es donde vivo desde mi nacimiento.
Mi hermano, de profesión maestro de Educación Física y mi madre, Orientadora y Directora de Primaria en un colegio de Madrid, son las personas que más me han influido para tomar esta decisión, me parece que lo “llevo en la sangre” y no creo en las coincidencias.
Mi padre de profesión comercial, y más tarde, al cerrar su empresa donde trabajaba, taxista, ha sido y será mi inspiración como persona hasta el día que me muera.
Si todo el mundo fuera como mi padre y mi madre, el mundo sería un lugar mucho mejor, lo puedo garantizar.
Deje de estudiar con 21 años después de terminar un modulo superior de Informática y me puse a trabajar en algo no relacionado con mis estudios, fue una decisión prematura, pero al fin y al cabo mi decisión, podría haber continuado mis estudios y seguir formándome ya que era magisterio lo que siempre me había gustado hacer pero no fue así. Tenía ganas de incorporarme al mundo laboral.
Mis padres respetaron mi decisión aconsejándome que siguiera estudiando, nada me faltaba en casa y se lo podían permitir, pero siempre me han respetado y han dejado que me dé cuenta de los errores que cometo, saben que soy un chico responsable y trabajador.
Con 23 años me saqué la cartilla del taxi y decidí compaginar mi trabajo de las mañanas en el comercio, con ayudar a mi padre en el taxi por las tardes y tener un mejor sueldo. En definitiva, trabajaba de 7h a 14:00h por las mañanas y de 18h  a  0h - 1h por las tardes/noches. Eran muchas horas, pero ganaba dinero, y siendo joven no me quejaba en absoluto, al contrario me sentía afortunado, tenía 2 trabajos y bien remunerados, y ¡trabajaba en el negocio con mi padre!
Con el tiempo el cuerpo se cansa y la mente mucho más. ¿Mi futuro va a ir siempre ligado a trabajar? ¿Y cuando quiera crear mi propia familia, va a ser siempre así? Eran preguntas que comencé a hacerme para mi mismo con el paso del tiempo y tras 5 años con dos trabajos decidí tomar esta decisión tan afortunada para mí.
Pero hubo un acontecimiento especial lejos de todo esto, fue determinante a la hora de comenzar a plantearme estas preguntas y acercarlas a la docencia.
Hace 3 años, un gran amigo mío de la infancia, Jorge, antiguo estudiante de Escuni, me pidió si podía entrenar durante 3 días a un equipo de fútbol sala que él entrenaba porque no podía asistir, eran niños de 5 y 6 años. Yo siendo tan amigo de él, no me negué, mi horario me lo permitía y por los amigos uno debe hacer lo que sea posible siempre, no sabía donde me metía. Jorge sabe que una de mis pasiones, son los niños, cuidaba a primos míos cuando era pequeño, tengo sobrinos y se me caracteriza por no perder la paciencia con ellos y ser muy juguetón, yo creo que la gente exagera un poco, pero es cierto que hasta el momento nunca he perdido la paciencia.
Mi primer día entrenando a los niños fue una auténtica locura, no me conocían, lloraban, se peleaban, ningún juego les gustaba, se enfadaban conmigo, yo dando gritos como un descosido, y mientras tanto, las decenas de ojos de los padres vigilantes se me clavaban como lanzas, en definitiva, conseguí por momentos hacerme con el ritmo y poder llevar el grupo de esos “diablillos”, aún así, fue un autentico desastre y me desmoralicé mucho, o eso pensaba yo, porque al terminar el entrenamiento un grupo de padres y madres se acercaron y para mi sorpresa me dieron la enhorabuena, me preguntaron si era entrenador y que para ser el primer día no estaba nada mal.
Los dos días siguientes fueron muy bien, genial más bien diría yo, mi hermano me dio consejos y disfrute mucho con ellos, si llego a seguir más días me hubiese enganchado a ello seguro, pero mi trabajo me lo impedía y cuando pasaron esos 3 días mi amigo me dio las gracias y yo lo dejé como una anécdota más que contar.
Pero lo más curioso ocurrió hace cerca de un año durante el mes de mayo del 2010. Mi gran amigo Jorge me pidió si quería volver a entrenar a estos chicos otra vez, Jorge les seguía entrenando y me pidió si podía ir 2 días. Habían pasado 2 años y acepté sin saber las consecuencias. Cuando llegué al Colegio esos chicos me vieron y vinieron corriendo hacia mi, a abrazarme, tenían 7 y 8 años y se acordaban de mí, de mi nombre, yo ni siquiera me acordaba de sus nombres pero me llegó al alma esta situación, de las más agradables en mi vida.
Ese mismo momento, me dije a mi mismo: “Alberto, tu futuro es ser maestro” y tomé la decisión. Dejé el taxi con gran tristeza ya que me gustaba mucho la profesión de mi padre y me apunté a Escuni.
Y ¿Por qué Escuni? Mi amigo Jorge y mi cuñada estudiaron aquí y me dieron muy buenas referencias, mi madre, la persona en quien más puedo confiar, me aconsejo ésta universidad ya que en su colegio le hablaron bien de la calidad del profesorado y la formación y atención que ofrecen a los alumnos.
Éste era mi sitio, así que tome una de las decisiones que pueden cambiar y mejorar mi vida y me lancé al gran desafío, compaginar una trabajo de 6 y 7 días a la semana con infinitos trabajos y estudios, con el reto de ponerme a estudiar cuando ya no tenía hábitos de estudio, con falta de concentración  y lo que supone costearme mis propios estudios con menos ingresos, realizando un esfuerzo y responsabilidad que ni con dos trabajos tenía.
Pero, quiero seguir los pasos de mi prima, maestra de primaria de inglés, mi otra prima que da clases en el CEU de económicas, mi tía, maestra jubilada, mi amigo Jorge, mi cuñada, pero ante todo, mi hermano y mi madre…. ya os he dicho que lo “llevo en la sangre” y no creo en las coincidencias.

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